El autoconcepto es la idea que tenemos de nosotros/as mismos/as. De lo que somos, lo que valemos, de nuestras capacidades, de nuestra imagen, de cómo nos comportamos, etc.

Suele empezar por: es que yo soy así o no soy asá, esto no va conmigo, esa no soy yo y demás afirmaciones rígidas de este estilo, que más que ponérnoslo más fácil, nos dificultan la vida.

Es natural, es sano tener una idea de uno/a mismo/a, de lo contrario iríamos como pollo sin cabeza. Lo que trabajamos en terapia es la manera de poder ir ampliándolo, flexibilizarlo, conocer de qué está hecho. Porque nuestro autoconcepto es un filtro que nos ayuda a relacionarnos. Lo que yo pienso de mi lo voy a poner en la relación con los demás, con el trabajo, con el trato hacia mi, con cómo me relaciono con mis deseos y mis necesidades, etc.

Un ejemplo podría ser: yo no soy egoísta, por tanto no me permitiré hacer algo que me apetece si la otra persona quiere hacer algo diferente. Eso sería egoísta por mi parte, y como yo no soy así, ¡pues a tragar!

Haz el ejercicio… ¿Cómo soy?, ¿cómo no soy? ¿Cómo se pone en juego, esto que yo pienso de mi, cuando salgo al mundo?

¿Me ayuda a relacionarme, a ir hacia lo que quiero, a estar a gusto conmigo y con los/as demás… o me lo pone más difícil?

Es hora de parar y desmenuzar ese autoconcepto que he ido creando y ver qué aspectos si, que aspectos no, que cosas a veces, que otras no tanto, que conductas no me permito, cuáles me salen automáticas, etc.

¡Hora de ampliar y flexibilizar!

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

PUEDES CONTACTARME DESDE AQUÍ MISMO

12 + 9 =

×