¿Desde dónde lo estás haciendo? ¿Desde dónde estás juzgando?, ¿Desde dónde respondes?, ¿Desde dónde valoras una situación?… Desde la idealización (propia o ajena), desde las expectativas (propias o ajenas), desde la emoción que te inunda en este momento, desde tus creencias sobre lo que tendría que ser y cómo…

Siempre hay información que nos estamos perdiendo. Nuestras, de las demás personas, de la relación, de las circunstancias. Obviamente, no podemos, ni tenemos que conocerla toda. Pero sí que viene bien plantearnos nuestro lugar, desde dónde estoy viendo lo que veo. De esa manera, puedes ampliar el foco, observarte y observar fuera, permitirte otras opciones. De esa manera, puede ser más fácil que respondas en consonancia a ti, a los/as demás y a la situación.

De esa manera, puede que sea más fácil sentir tu responsabilidad, es decir, ver lo tuyo, tu parte en lo que haces o no haces. El daño que puedes hacer si reaccionas así, el daño que te puedes hacer si piensas y te hablas de esa manera. Las consecuencias que eso que haces o no haces, pueden tener para otras personas o para «X» situaciones de tu vida. Y desde ahí, con una visión más amplia de la situación, puedes decidir con responsabilidad.

Siempre hay algo más allá de lo que puedes ver desde la ventana por la que miras ahora..

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