Que doloroso y a la vez que liberador puede ser darnos cuenta de cómo nos vamos torpedeando, apagando… de cómo recurrimos, de manera automática y muchas veces inconsciente, a ciertas estrategias que acaban siendo crímenes hacia nosotros/as mismos/as. Crímenes que cometemos para poder callar, para no saber, para no pensar y no sentir… que nos silencian, que nos dejan fuera de juego, fuera de nuestro juego, de nuestra vida y que van matando pedazos de nuestro ser en pro de estar en el mundo, de estar en relación.

Algunos de ellos…

– No permitirte ni un solo “error”, machacándote y castigándote por ello con dureza y muchas veces con poca justicia.

– Cuestionar tus necesidades hasta terminar sustituyéndolas por las de otros.

– Postergar y acabar olvidándote de tus deseos en pro de los deseos del otro.

– Rechazar lo auténtico que nace de ti por lo que puedan pensar los demás.

– Ignorar lo que sientes en las tripas, en el pecho, en la garganta por no incomodar, por no molestar.

– Conformarte y recibir todo tipo de “amor”, aunque este te haga daño.

– Anestesiar tu interior haciendo cosas hasta agotarte o viendo la tele durante horas, sin pensar, sin interés… sin pararte a ver cómo estas.

– Resignarte a ver tu vida pasar, sin implicarte y sin comprometerte contigo mismo, disfrazándolo  además de aceptación.

– Cargarte y encargarte de todo, a veces de lo que te lo colocan los demás y otras simplemente de lo que coges tú, haciéndolo tuyo, asumiendo responsabilidades que no te tocan, sin percatarte de lo que eso te hace sentir: ahogo, rabia, tristeza, quemazón…

 La mayoría de veces ni lo notamos, hay tal silencio dentro de nosotros, tal adormecimiento, que es difícil que nos enteremos si no prestamos mucha atención. Otras veces la sensación llega en forma de vacío, de desazón.  Algo hay, algo pasa… aunque no sepamos muy bien el qué.  Todo eso que está dormido nos está impidiendo llegar a nuestro centro.

La terapia nos va a ayudar a ir despertando. A dar aliento y reanimar todo lo que hemos estado matando… Con paciencia, con constancia… poco a poco.

– Permitiéndote fallar, no saber o no poder… asumiendo no ser capaz o perfecto, sin machaque, sin castigo.

– Dándole paso a tus necesidades, identificándolas y dejándolas estar en ti.

– Sosteniendo tus deseos, mirándolos de frente.

– Respetando y dándole cabida a lo genuino que hay en ti.

– Dándole voz a lo que sientes.

– Poniendo límites.

– Tomando conciencia de ti, de cómo estas, de lo que sientes.

– Responsabilizándote de ti, de tu vida.

– Cuidándote y haciéndote cargo de tu bienestar.

Empezando a vivir desde ti con los/as demás, con los/as otros/as, con el mundo.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

PUEDES CONTACTARME DESDE AQUÍ MISMO

4 + 15 =

×