¿Respondes al miedo o reaccionas ante él?

¿Respondes al miedo o reaccionas ante él?

Parece lo mismo, pero no lo es…

Cuando reaccionamos al miedo aparece la ansiedad, las somatizaciones, los síntomas depresivos, los pensamientos intrusivos y ese largo etcétera de sensaciones desagradables que nos limitan y condicionan. Sentir miedo y reaccionar ante él es algo así como tener miedo a tener miedo. Siento la emoción y me asusto y la intento evitar, la bloqueo y de esa manera se crea un síntoma.

El miedo es una emoción básica, natural, que nos avisa de un peligro, de que algo no va bien, que hay algún riesgo contra nuestra integridad, contra nuestra persona. Muchas veces el miedo que sentimos, ante qué situaciones lo sentimos y cómo lo gestionamos, tiene que ver mucho con nuestra historia. Tiene que ver con experiencias pasadas, con aprendizajes antiguos, con la manera en la que pudimos afrontar lo que nos pasaba y también con la manera en que el entorno nos respondió.

Si en nuestra mochila llevamos experiencias en las que se ha puesto en entredicho nuestra valía, nuestras capacidades, nuestra forma de ser. Si hemos vivido situaciones de vergüenza, humillación, menosprecio, agresiones, etc. nos relacionaremos con una idea de nosotros/as mismos/as muy precaria. Podemos sentir que no podemos afrontar ese peligro que tenemos delante, que nos engullirán, que seremos humillados/as o dañados/as de alguna manera. Eso asunta a cualquiera. La huella emocional que ha dejado es muy potente.

Ahora, desde una posición más adulta, aparecen nuevas necesidades. Y aquello que hicimos para gestionar el miedo en su momento, ya no nos sirve… 

Al miedo hay que mirarlo de cara, no me refiero a hacerlo de manera contrafóbica, altiva o desafiante, sino a entender y comprender realmente de qué peligro nos está avisando. De esta forma, podemos valorar realmente el riesgo hacia nuestra persona y en consecuencia, hacer, decidir, pedir o actuar según nuestras necesidades actuales. Si no comprendemos bien lo que nos quiere decir y cómo es que eso para mí es peligroso o da miedo, nos sentiremos como un elefante en una cacharrería y creando síntomas a diestro y siniestro.

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¿De dónde viene la confusión?

¿De dónde viene la confusión?

A veces buscamos la respuesta en el lugar equivocado.

Las emociones usan otro lenguaje y esto hace que, en ocasiones, nos cueste más identificar lo que nos dicen.

Nos empeñamos en encontrar siempre la respuesta a los conflictos, las dudas, el malestar, las crisis, etc. en el plano mental, es decir, escuchando sólo desde lo racional, desde lo lógico.

Lo que no sabemos es que, otra parte de nuestro ser ya tiene la solución. Esa parte ya sabe lo que quiere, ya ha identificado lo que necesita y muchas veces, son los pensamientos los que nos marean de tal forma, que perdemos el norte, nuestro norte.

Un ejemplo que he visto recientemente en terapia: una persona que está en una relación en la que no se siente libre, en la que no está ni 90% comprometido, ni 80% implicado, con infidelidades a sus espaldas y sus consiguientes secretos. Que valora mucho, a nivel racional, a la persona con la que está. Pero a niveles más profundos, más emocionales, le apetece estar solo, pensar en sí mismo y ocuparse de él. Está angustiado porque no sabe que hacer… si seguir con su pareja o no, es un mar de dudas y eso le provoca tormento.

¿Creéis que realmente no sabe lo que quiere?, ¿Qué no lo tiene claro?

Sabe lo que quiere, estar solo. Sabe lo que necesita, pensar más en él. Eso implica romper la relación. Entonces,  ¿de dónde viene la confusión?

La persona no se ha escuchado emocionalmente, no ha identificado lo que siente ante la idea de romper la relación, el miedo. El miedo a equivocarse, a estar solo y no encontrar a otra persona que le vuelva a querer, el miedo a arrepentirse y que sea demasiado tarde, etc. Las dudas que tiene sobre si quiere o no continuar con la relación, son fruto de este miedo, pero no tienen que ver con no saber lo que quiere. Es fundamental darle voz al miedo, escuchar y valorar lo que tiene que decir.

De esta manera, puedes tener claro lo que quieres, que es estar solo en este momento y, además, sentir miedo a estarlo. Darle voz al miedo nos ayuda a no perdernos en un mar de dudas que, en realidad, no lo son. 

Este movimiento, nos permite salir del jaleo mental en el que nos metemos, un callejón sin salida donde nos generamos angustia y síntomas ansiosos.

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El Daño

El Daño

Normalmente cuando pensamos en «daño» aparece otra persona o situación que es la que nos daña. Rara vez nos paramos a ver el (auto)daño que nos provocamos nosotros/as mismos/as ante esa persona y/o situación.
Poner conciencia a nuestra parte de responsabilidad es importante, porque es ahí donde podemos actuar y cambiar algo. Hacernos responsables del daño que nos hacemos nos puede ayudar a parar, a buscar otras opciones, a intentar algo diferente. Algo con lo que no nos dañemos.

Muchas veces esto es difícil, aun sabiendo el daño que nos hacemos, ahí seguimos. Repitiendo una y otra vez eso que no nos sienta bien, eso que nos perjudica.

En ese caso lo primero será no apartar la responsabilidad y convertirla en coletilla. “Haciendo esto me hago daño, y me hago responsable”. Esto te puede ayudar a tener presente tu parte, a no dejar de lado que tu tienes algo que ver con todo eso y que, finalmente, eres tu quien quiere hacer algo diferente que no le dañe.

Puede que por ti mismo/a no puedas hacer algo distinto, no puedas cambiar tu manera de relacionarte con esa persona o situación, pero en ese caso lo que sí puedes hacer es pedir ayuda.

¿Qué haces tú, o no haces, que te está haciendo daño?
¿Qué necesitas de ti en esta situación?

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BENEFICIOS DEL TRABAJO DENTRO DEL GRUPO TERAPÉUTICO

BENEFICIOS DEL TRABAJO DENTRO DEL GRUPO TERAPÉUTICO

 

 

Quiero hablarte de los beneficios dentro del grupo terapéutico

 

La terapia en grupo está indicada para trabajar y explorar de una manera  amplia  y con la ayuda del reflejo que aportan los/as compañeros/as, mi estar en el mundo. Todo aquello que se pone y pongo en juego como miembro de una sociedad, de una familia, de un equipo, de un grupo..

De manera callada, y a veces no, el grupo nos pone en canción: quién eres, qué haces aquí, qué buscas, qué estás dispuesto a poner en juego, qué tienes para dar a cambio…

Para los que habéis pasado por los 2 procesos, el de la terapia individual y el del grupo terapéutico, sabéis que lo  que se mueve en cada uno es distinto. En terapia individual todo el espacio lo ocupas tú, tu terapeuta está ahí para tí, para lo bueno y lo malo. Se podría parecer a ser hijo/a único/a. Cuando formas parte de un grupo de terapia tienes que buscar tu sitio, coger tu espacio, compartir, reñir… también te puedes apoyar en otros/as, acompañar, aprender de otras experiencias, como cuando se tienen hermanos y hermanas.

El grupo enseña a ver y a usar el propio poder y también enseña a amar.

Algunos de los beneficios que ofrece son:

– La diversidad de experiencias individuales, cada persona del grupo, con su individualidad y experiencias personales, ofrece a los/as demás integrantes formas de actuar, pensar y sentir únicas y muy valiosas para el propio crecimiento personal.

A través de estas experiencias individuales que cada cual comparte y aporta, el grupo se nutre y crece.

 – Genera movimiento interno y grupal, las condiciones del grupo terapéutico lo convierten en una sociedad peculiar que favorece el cambio individual (Peñarrubia). Tanto lo que pasa, como lo que no pasa dentro de un grupo, provoca un movimiento interno en cada uno/a de sus integrantes. Y a su vez, estos movimiento individuales, generan uno grupal.

 – Refleja los puntos ciegos, es como si el grupo tuviera una sabiduría propia que supera a la del/la terapeuta.

El grupo posee la capacidad de ver aquellos aspectos propios de los que la persona por sí misma, no es consciente. Ayudando así a poder ver más allá, denunciando estos aspectos, apoyándolos o reflejándolos.

 – Permite explorar nuevas formas de relacionarse, ofreciendo un espacio seguro donde poder experimentar y explorar, con ayuda de los demás integrantes y el coordinador, nuevas formas de relacionarse con el mundo y con uno mismo. Formas más auténticas para el individuo, con las que, a pesar del miedo e inseguridad iniciales, poder sentirse más en consonancia.

 – Brinda apoyo y soporte, el grupo genera una red de soporte donde cada persona puede sentirse comprendida, escuchada, respetada y apoyada en su experiencia. Cuando uno/a se siente acompañado/a puede realizar un camino con más luz, la que le brindan los/as que van a su lado.

 – Favorece el sentido de pertenencia, este aspecto es muy importante, ya que la experiencia de pertenecer, sentirse parte de un todo más allá de la propia individualidad, pone en marcha sentimientos de confianza, adecuación, compromiso y cercanía. Genera fuerza e impulso y aleja la sensación de soledad. Estás unido/a a personas con las que compartes ideas, sentimientos, objetivos, etc.

Aquí es donde cobra fuerza el principio «el todo es más que la suma de sus partes».

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¿DESDE DÓNDE LO ESTÁS HACIENDO?

¿DESDE DÓNDE LO ESTÁS HACIENDO?

¿Desde dónde lo estás haciendo? ¿Desde dónde estás juzgando?, ¿Desde dónde respondes?, ¿Desde dónde valoras una situación?… Desde la idealización (propia o ajena), desde las expectativas (propias o ajenas), desde la emoción que te inunda en este momento, desde tus creencias sobre lo que tendría que ser y cómo…

Siempre hay información que nos estamos perdiendo. Nuestras, de las demás personas, de la relación, de las circunstancias. Obviamente, no podemos, ni tenemos que conocerla toda. Pero sí que viene bien plantearnos nuestro lugar, desde dónde estoy viendo lo que veo. De esa manera, puedes ampliar el foco, observarte y observar fuera, permitirte otras opciones. De esa manera, puede ser más fácil que respondas en consonancia a ti, a los/as demás y a la situación.

De esa manera, puede que sea más fácil sentir tu responsabilidad, es decir, ver lo tuyo, tu parte en lo que haces o no haces. El daño que puedes hacer si reaccionas así, el daño que te puedes hacer si piensas y te hablas de esa manera. Las consecuencias que eso que haces o no haces, pueden tener para otras personas o para «X» situaciones de tu vida. Y desde ahí, con una visión más amplia de la situación, puedes decidir con responsabilidad.

Siempre hay algo más allá de lo que puedes ver desde la ventana por la que miras ahora..

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