
¿Respondes al miedo o reaccionas ante él?
Parece lo mismo, pero no lo es…
Cuando reaccionamos al miedo aparece la ansiedad, las somatizaciones, los síntomas depresivos, los pensamientos intrusivos y ese largo etcétera de sensaciones desagradables que nos limitan y condicionan. Sentir miedo y reaccionar ante él es algo así como tener miedo a tener miedo. Siento la emoción y me asusto y la intento evitar, la bloqueo y de esa manera se crea un síntoma.
El miedo es una emoción básica, natural, que nos avisa de un peligro, de que algo no va bien, que hay algún riesgo contra nuestra integridad, contra nuestra persona. Muchas veces el miedo que sentimos, ante qué situaciones lo sentimos y cómo lo gestionamos, tiene que ver mucho con nuestra historia. Tiene que ver con experiencias pasadas, con aprendizajes antiguos, con la manera en la que pudimos afrontar lo que nos pasaba y también con la manera en que el entorno nos respondió.
Si en nuestra mochila llevamos experiencias en las que se ha puesto en entredicho nuestra valía, nuestras capacidades, nuestra forma de ser. Si hemos vivido situaciones de vergüenza, humillación, menosprecio, agresiones, etc. nos relacionaremos con una idea de nosotros/as mismos/as muy precaria. Podemos sentir que no podemos afrontar ese peligro que tenemos delante, que nos engullirán, que seremos humillados/as o dañados/as de alguna manera. Eso asunta a cualquiera. La huella emocional que ha dejado es muy potente.
Ahora, desde una posición más adulta, aparecen nuevas necesidades. Y aquello que hicimos para gestionar el miedo en su momento, ya no nos sirve…
Al miedo hay que mirarlo de cara, no me refiero a hacerlo de manera contrafóbica, altiva o desafiante, sino a entender y comprender realmente de qué peligro nos está avisando. De esta forma, podemos valorar realmente el riesgo hacia nuestra persona y en consecuencia, hacer, decidir, pedir o actuar según nuestras necesidades actuales. Si no comprendemos bien lo que nos quiere decir y cómo es que eso para mí es peligroso o da miedo, nos sentiremos como un elefante en una cacharrería y creando síntomas a diestro y siniestro.